En esta segunda etapa mi objetivo era Sarria, 44 km, hizo un poco menos de calor, 35º, aunque mejor que el día anterior no era lo ideal, bebí mucho también.
Yo hacía dos etapas diarias, la primera me la pasaba muy acompañado, porque estaban todos los que habían pasado noche en los distintos albergues del Camino, cuando cubrían etapa ya se quedaban, y yo comenzaba mi ruta en solitario, solo al final iba cogiendo a aquellos que se habían ido rezagando.
Si bien en la primera parte iba saludando a unos y a otros y charlando, en la segunda era pura soledad y reflexión, una gozada también.
Ya en Sarria, y una vez hecho los deberes, ducha, lavar y tender, y preparar la cama, tocaba visitar la farmacia, las ampollas que se me formaron el primer día, en este segundo se me habían desarrollado y formado dos más, me parecía increible, en dos días, 100 km, pero con siete ampollas entre los dos pies; pues nada compeed de dos tipos y que sea lo que Dios quiera.
Volví al albergue a dejar la bolsita de la farmacia y ahí me encontré por primera vez con Mari Carmen, la donostiarra de 64 años y su compañera de Alicante, (me olvidé de su nombre...grrrrr), me ofrecieron un plato de macarrones con atún que habían cocinado, pero yo decidí salir de nuevo a la calle. En Santiago supe que cuando comentaban algo de mi me llamaban "macarrones".
Y como me pasó el primer día, me senté solo a cenar y acabé acompañado, un matrimonio de Madrid, deportistas habituales y que este año, ¡por fin! estaban haciendo el camino, una velada agradable en un lugar estupendo.
Al día siguiente por la mañana, se notaba que había muchísima más gente a partir de este punto, es el lugar de inicio de muchos peregrinos porque desde aquí se cubre la distancia mínima para obtener "la compostela".
Amaneció con bruma y una ligera llovizna, nada que ver con los días anteriores.
En esta tercera etapa, apoyar mis pies era un sufrimiento, lo de correr, lo descarté totalmente en esta etapa, anduve mucho, mi destino fué Palas de Rey, casi 48 km., no estuvo mal.
El camino desde Sarria a Puertomarín me gustó muchísimo, encima la llovizna lo hizo como más recogido, y eso a pesar de que el camino estaba este día superpoblado.
Como siempre la segunda parte en soledad, he de decir que hubo un momento mágico, en medio de un bosque con el viento soplando, es increible, te paras, cierras los ojos, y solo escuchas el viento agitando las ramas, respiras hondo y te llenas de energía.
En este día hice una parada en Portomarín, sería la lluvia, pero arrastraba hambre y me pedí un bocata de chorizo, ese bocadillo me dejó boquiabierto, hacia la mitad estaba cubierto por una servilleta, toqué con cierto tacto la servilleta para comprobar si debajo había bocadillo, y había....ese bocadillo era el bocadillo más grande y gordo del mundo, le pedí que me lo partieran en cuatro trozos, daba vergüenza llevar eso de una pieza a la boca, pero....arrastraba hambre y no quedó una miga.
Cuando comencé a caminar de nuevo, a eso de la una de la tarde, ya no solo me dolían los pies, ahora también tenía sueño, el bocata hacía su efecto.
Me lo tomé con bastante calma y a eso de las 6 de la tarde llegué a Palas, la misma rutina de siempre, aquí conocí a un italiano simpatiquísimo, estuvimos charlando con mi poco italiano y su poco castellano.
El apetito es algo que aquí he recuperado, hoy volví a cenar un menú del peregrino, primer plato limpio, segundo plato (tres chuletas de pavo con patatas fritas caseras), plato limpio, se acerca el camarero y me dice "te pongo otro segundo igual y no te lo cobro, ¿quieres?, yo le dije "venga", salí de allí con el objetivo claro, me lavo los dientes y a la cama.
Por cierto era extraño acostarse a pleno sol.
Cuarta etapa, Palas de Rey - O Pedrouzo, 48 km + 4 km de propina porque me pasé O Pedrouzo y me puse ruta a Santiago, me dí cuenta y volví para atrás.
Cuando comencé la etapa, tuve dudas de si iba a terminarla, los pies los tenía ya muy mal, sin embargo fué una etapa en la que no paré de correr, a un ritmo muy tranquilo pero constante.
Me encontré con mi amigo italiano, un señor de unos 60 años, me hizo algunas fotos y yo a él también, iba en bici y estuvimos cruzándonos constantemente durante la primera parte de la etapa. La anécdota estuvo que al darle una tarjeta mía con la dirección de mail, vió mi segundo apellido Pinto, me enseño su DNI italiano, su apellido también era Pinto, total, le dije "abrázame primo", nos reimos.
Ya en O Pedrouzo, tuve el placer de encontrarme con un amigo de Las Palmas, Norber y su mujer, las casualidades son así; y justo después de cenar me volví a encontrar con Mari Carmen y su compañera, ahí fué donde cada una me contó su historia y acabamos con lágrimas en los ojos los tres.
Lo dije en mi primer capitulo de esta serie, las historias de ambas me llevaron por delante y serán siempre un ejemplo de tesón, entereza y rebelión contra todo aquello que suponga un imposible, porque como dicen los de Adidas "Imposible is nothing"
Y como el día no tenía y no podía terminar de una forma triste, ahí estaban la alegría de los valencianos y las catalanas, ellos me habían visto llegar y mi forma de caminar les delató que no estaba pasándolo nada bien, así que, me invitaron a sentarme con ellos y tomar una cerveza.
Un buen rato que prolongamos en Santiago al día siguiente.
La última noche, fué la más corta, en la que más tarde nos acostamos y en la que más temprano nos levantamos, a las 5 de la mañana en pie y a las seis y poco ya ibamos camino de Santiago, última etapa, 20 km. para disfrutar, los hice lo más lento posible.
Esta etapa no es nada bonita pero era la última y eso la hacía muy especial.
Sobre las 11 ya estábamos en Santiago, abrazos, alegría, llamadas de teléfono, y a esperar la Misa del Peregrino a las 12 de la mañana.
Yo no me emocioné por mi llegada, pero si lo hacía por los demás, compartí la alegría de todos.
Ha sido una de las misas más emocionantes que he vivido, previamente pasé por la Oficina del Peregrino, me dieron mi Compostela y avisaron a alguien para que en la misa me nombrasen también, "Peregrino de Las Palmas"...
El Camino en toda su extensión está lleno de huellas y a todos los que lo hacemos el Camino nos deja su huella.
Decía Juan Carlos, que es un señor muy típico de Santiago, vestido de peregrino medieval, que El Camino nos hace a nosotros, no nosotros el camino.
Guardo sentimientos especiales allí y sé que volveré.
Hasta aquí.....
Juanma hacer el camino es algo tan gratificante que no se puede explicar con palabras... solo con la paz interior que te deja, es para no olvidarlo nunca, el que te escribe ya lo ha realizado tres veces, una desde Francia (Astun, entrando por Samport)y terminando en Finisterre.. quemando la ropa como manda la tradición.
ResponderEliminarMe alegra que lo hayas disfrutado.. eso de volver lo dice todo.
El Camino te estará esperando.
ResponderEliminarSaludos.
No sé si has visto la película "The way" de Charlie Sheen. Si no lo has hecho, búscala y aunque está llena de tópicos, seguro recordarás tus aventuras en el camino.
ResponderEliminarLa escalera de Portomarin, las balas de paja, los puentes... que recuerdos tio, y como dices tu algun dia volvere.Saludicoss
ResponderEliminarJo, qué entrada tan bonita Juanma. Y además graciosa porque se ve que andar has andado mucho, pero comer? Tampoco te has quedado atrás, jejeje.
ResponderEliminar